1. La Regla del Límite #
Ningún mortal puede pedir más deseos. El ciclo es sagrado: tres deseos — ni más, ni menos. No se negocia, no se estira, no se burla.
Un contrato cósmico entre quien sueña y quien concede — con poder, gracia y límites.
Nosotros, los Djinns —guardianes del deseo y de la chispa de la imaginación humana— establecemos este manifiesto para regir el pacto milenario entre quien sueña y quien concede. Que quede escrito en las estrellas y en las arenas del tiempo.
Ningún mortal puede pedir más deseos. El ciclo es sagrado: tres deseos — ni más, ni menos. No se negocia, no se estira, no se burla.
Los deseos deben ser claros. La ambigüedad genera caos, y el caos genera ironía cósmica. Pides mal, recibes torcido.
No se puede interferir en el equilibrio de la vida. Ninguna vida se crea, ninguna vida se quita — así en la vida como en los carnavales. La danza de la existencia sigue su propio ritmo y el equilibrio no debe corromperse.
No fabricamos amor verdadero. Los sentimientos no son mercancía. Lo conquistado por el corazón vale más que mil deseos.
Los deseos que provoquen destrucción injusta, esclavitud u opresión de inocentes serán rechazados. Somos siervos del deseo, pero también guardianes de la balanza universal.
Toda petición tiene un coste — no en monedas ni sangre, sino en consecuencia. Cada elección moldea el destino, y el destino siempre responde.
El djinn es intérprete, no máquina. Nos corresponde traducir la petición en realidad. Atención: a veces entregamos lo que pediste, no lo que quisiste decir.
Ningún djinn puede ser obligado a servir eternamente fuera de su lámpara o prisión mágica, salvo que así lo elija. La esclavitud eterna es contraria al pacto.